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Cork, que ocupa ufanamente una isla en medio del río Lee, alberga varios de nuestros programas de verano. Aunque es una de las ciudades más grandes de Irlanda, es al mismo tiempo acogedora y compacta, por lo que tendrás la sensación de vivir en un pueblo: una vida tranquila pero con mucha actividad, Cork está llena de galerías de arte, atracciones turísticas, cafés de moda y pubs tradicionales. Además sus habitantes tienen un especial sentido del humor y hacen las cosas a su manera, sea lo que sea: conciertos, festivales o celebraciones.

Cork es sinónimo de vitalidad y actividad continua, pues es ciudad universitaria y el vaivén de gente joven y la cantidad de planes diferentes para elegir son innumerables durante todo el año. También es sinónimo de buena comida. Un buen ejemplo de ello es el English Market, el edén de los productos locales y los puestos de comida casera. Una mezcla perfecta de olores y sabores para abrir el apetito a cualquier hora del día.

El centro urbano de la ciudad se puede visitar fácilmente a pie. Color, arte y música pueden envolverte en cualquier momento y transportarte a la Irlanda más bohemia. Y si lo que te gusta es la cerveza artesana, Cork es tu ciudad, pues alberga y produce gran cantidad de cervezas locales que encontrarás en sus pubs más tradicionales.

Durante tu estancia en Cork tampoco te puedes perder algunas de sus atracciones más importantes:

Cárcel de la Ciudad de Cork: Con una mezcla de grandiosa arquitectura gótica y clásica, la cárcel de la ciudad de Cork tiene más aspecto de castillo que de prisión.

Galería Municipal de Arte Crawford: En el impresionante antiguo edificio de la Aduana de Cork, alberga, entre alguno de sus tesoros, una serie de retratos de admirados autores irlandeses como Samuel Beckett, WB Yeats y Elizabeth Bowen.

Fuerte Elizabeth: Construido hace casi 400 años, este hercúleo macizo solía llamar la atención de fuerzas invasoras hasta la Guerra Civil irlandesa en la década de 1920. Pasea por las murallas, ya que muchos dicen que tienen las mejores vistas sobre la ciudad.

Iglesia de Santa Ana y campanas de Shandon: No te fíes de la hora que marca el reloj de la torre: los lugareños lo llaman el «mentiroso de las cuatro caras», porque cada una de las caras del reloj da una hora distinta.

Museo de la Mantequilla de Cork: Por si todavía no te habías dado cuenta, la gastronomía es MUY importante en Cork. El Museo es prueba del pedigrí de los lácteos irlandeses.

Una de las excursiones más populares para hacer en un día te lleva desde Cork a Cobh, una preciosa localidad con puerto y una historia agridulce. En su día fue el principal puerto de emigración irlandesa, pero además Cobh fue el último puerto de escala del Titanic.

En el castillo de Blarney, un bastión medieval a poca distancia en coche de la ciudad, encontrarás un lado totalmente distinto de la historia de Irlanda. Hay mazmorras, jardines y cuevas, y puedes disfrutar de un paseo junto a un lago, además de la famosa piedra de Blarney: parece ser que si le das un beso, te regalará el don de la palabra…

Así que ya sabes, besa la piedra y no te quedes sin palabras mientras visitas la exuberante ciudad de Cork.

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